fundado el 20 de agosto de 1823 en el puerto de San Blas en Nayarit con el nombre de Batallón Activo Guardacostas de San Blas. El batallón acudió a diversas acciones de guerra que culminarían durante la Guerra de Intervención Estadounidense. El Batallón participó en la Batalla de Cerro Gordo y en la Batalla de Chapultepec. En ella sobresalió su jefe, el Teniente Coronel Felipe Santiago Xicoténcatl, quien defendió con alrededor de 400 hombres del batallón el Colegio Militar, batalla en la que perecieron la mayoría de sus hombres incluido él mismo.
En una página del gobierno mexicano se narra que: "La defensa del Castillo de Chapultepec estuvo bajo la responsabilidad del general Nicolás Bravo, quien disponía de 200 cadetes del Colegio Militar y 632 soldados del Batallón de San Blas, al mando del teniente coronel Felipe Santiago Xicoténcatl, que trató de contener a los invasores en el bosque.
(...) Aniquilado el batallón de San Blas, los norteamericanos embistieron por el poniente y el sur del Colegio Militar, donde fueron detenidos durante algunas horas por los cadetes; pero más tarde las divisiones de Quitman y Pillow lograron escalar el cerro a costa de muchas bajas mortales."
La Bandera del H. Batallón de San Blas, fue elegida como emblema oficial del Museo Nacional
de Historia en 1944.
Como unidad de infantería los San Patricios continuaron sirviendo con distinción; en la Batalla de Churubusco . Las maltrechas fuerzas mexicanas se establecieron en el convento de Santa María de Churubusco, y las fuerzas armadas estadounidenses se prepararon para atacarlos. Aunque el convento no era más alto que sus alrededores, sus bardas de piedra constituían una buena defensa. Además, los estadounidenses tendrían que cruzar un río para llegar allá, lo cual daría tiempo al ejército mexicano para preparar a medias, trincheras y encarar otro enfrentamiento. Los defensores mexicanos sumaban 1.300 personas y pertenecían a los batallones Independencia, Bravos y San Patricio. La lucha fue constante y desfavorable para los mexicanos, esta vez bien mandados y motivados por los generales Manuel Rincón y Pedro María Anaya. Tras algunas horas de combate, las fuerzas mexicanas se quedaron sin municiones y una bomba provocó una explosión en la reserva de pólvora que los dejó sin posibilidades de seguir defendiéndose; a pesar de lo cual y una vez que se izó una bandera blanca en señal de rendición, el capitán Patrick Dalton la abatió para seguir resistiendo, pero ya era inútil, el convento quedó en silencio. Cuando el general Twiggs entró al patio del convento, exigiendo a los soldados mexicanos que entregaran las armas, la pólvora y el parque, el General Anaya se le enfrentó, diciendo: "Si hubiera parque, no estaría usted aquí."
Saludos. ''Morir al servicio de la patria''
MEXICANOS con histoia,,honor,,gloria,,y sobre todo amor ala patria.....
ResponderEliminarMexicanos al grito de grito de guerra...
ResponderEliminar